Fotografías: Loren González: @Loren_photography

Evento: Cenas adivina (@cenasadivina) con Delicious Martha (@deliciousmartha)

Lugar: Can Ribas: @canribas

Cuando acudes a tu primera cena adivina no sabes exactamente en que va a consistir pero sabes que Silvia usará su magia para hacer de la velada una noche inolvidable, y lo supe nada más leer la frase que encabezaba su blog: “gracias por tu sonrisa al llegar y tu abrazo al irte”. No me hizo falta nada más para confirmar mi asistencia a la cena adivina del pasado 6 de Octubre con Marta Sanahuja y saber a ciencia cierta que al día siguiente iba a tener una buena resaca de emociones y una sonrisa de oreja a oreja por haber cumplido el sueño de conocer a Marta en persona.

Los astros se habían alineado: podía ir al lugar de la cena en el día marcado, con mi bloguera favorita y en Can Ribas, un lugar idílico regentado por una familia que cautiva con su hospitalidad y su cocina. La noche estaba asegurada y superó con creces todas mis expectativas.

Durante la cena hicimos una ronda de presentaciones, para nada efímeras, en las que lo menos importante fueron nuestros nombres y estudios, como suele ser la forma en la que nos enseñan a presentarnos a todos en el colegio. Fue una presentación de verdad, con el corazón en la mesa y respondiendo a la pregunta tan sencilla y compleja a la vez de “¿Cuál es tu pasión?”. A veces resulta más sencillo abrirse ante desconocidos para explicar que es eso que nos mueve de manera irracional a hacer las cosas que hacemos, a reír, a llorar y en definitiva… ¡a sentir! Esa pasión que en mi caso me empujó a dejar un contrato indefinido para perseguir un sueño. Como bien dijo Silvia en la cena, “una nómina es el mayor mata sueños que existe en este mundo” y no puedo estar más de acuerdo con ella, me gustó mucho que pusiera palabras a una idea que siempre me había rondado la cabeza.

Con las presentaciones los desconocidos, que teníamos la suerte de estar sentados a la mesa de Tarín y su familia, dejaron de ser anónimos y pasaron a ser personas realmente cercanas que te sonreían al darse cuenta de todas las cosas que nos unían, de las que Silvia tenía ya previo conocimiento, pero que nos dejó que poco a poco las fuéramos descubriendo por nosotros mismos.

Había algo que nos unía por encima de todas las cosas, todos habíamos pasado por un punto de inflexión en la vida en el que nos dimos cuenta de que ese sitio en el que estábamos en aquel momento no era para nosotros, que queríamos descubrir algo más, reiniciar, cambiar de aires… ¡dar el salto!

Algunos ya nos habíamos lanzado a dar ese salto, otros aún estaban buscando hacia donde saltar y otros estaban levantándose de una mala caída que sin lugar a dudas les enseñó muchas lecciones y les demostró que siempre hay una razón por la que avanzar y volver a saltar.

Era una cena de personas apasionadas que no ignoraban el importante dato de que solo tenemos una vida y no queremos simplemente sobrevivir a ella sino que aspiramos a exprimirla al máximo sin miedo porque nunca sabes cuando te puedes quedar sin tiempo.

Cuando le llegó el turno a Marta nos presentó su historia marcada por una primera experiencia profesional truncada, unos profesores de carrera con un nefasto sentido de la intuición, algún que otro batacazo sentimental pero sobre todo marcada por unos padres llenos de amor y tremendamente preocupados por ella. Todo esto ha llevado a Marta al sitio en el que se encuentra ahora y está tremendamente agradecida por ello, sin lugar a dudas ver el lado positivo de las cosas es clave para ser feliz y esto Marta lo trae de serie. Si no me equivoco demasiado, creo que su madre ha tenido mucho que ver con esto, solo hace falta ver como le brillan los ojos de cariño y orgullo al hablar de ella.

Tras su primera experiencia profesional en el mundo de la publicidad tuvo que dejar ese camino porque lo primero era su salud y gracias a sus padres, que así se lo hicieron ver, decidió quedarse en casa tratando de encontrar un nuevo camino alejado de aquel mundo que no le estaba haciendo ningún bien. Empezó cocinando galletas de mantequilla para distraerse y a día de hoy se dedica en cuerpo y alma a su nueva profesión que sorprendentemente está relacionada con la publicidad pero focalizada en la gastronomía. Finalmente volvió al mundo profesional, que en un primer momento la había perjudicado tanto, pero con la sutil diferencia de que este nuevo camino la satisface, se desenvuelve en él como pez en el agua y la permite vivir de lo que realmente la gusta: compartir a través de su blog y sus redes sociales recetas fáciles, saludables y sobre todo que entren por los ojos. Hay una frase que dijo Marta en la cena que me gustó mucho y es que “a veces hay que tocar fondo para volver a salir a flote”, lo que nos vuelve a recordar ese punto de inflexión que nos unía a todos los invitados y que ahora cobraba mayor sentido aún si cabe, ya que nos unía a todos con la razón por la que estábamos esa noche allí reunidos, ella.

Una de las frases que más repetía Marta en la cena fue “si yo puedo hacerlo, puede hacerlo cualquiera”, quería transmitir su convicción de que ella no es más que nadie, que es una persona humilde que se ha hecho a sí misma en un mundo competitivo no por ser especialmente talentosa sino por su resiliencia, su capacidad para organizarse, su trabajar duro y esa necesidad de exigirse siempre el máximo; solo basta ver que ella hace todo en su trabajo: desarrolla las recetas, hace las fotos, elabora las facturas, contesta a todos los mensajes que recibe etc.

Cuando oí esa frase de Marta en la cena me emocioné mucho porque no puedo estar más de acuerdo con ella, el trabajo duro vence al talento cuando el talento no se está esforzando, y es por este motivo por el que las personas apasionadas tienen más probabilidades de vivir de lo que les gusta. Me encantó la forma humilde con la que Marta transmitía constantemente este mensaje aquella noche.

“Si yo puedo, tú puedes”, me hizo recordar un par de frases de una de mis películas favoritas, Ratatouille, que dicen así: “Cualquiera puede cocinar, no significa que cualquiera pueda ser un gran artista, sino que los grandes artistas pueden proceder de cualquier parte” y “la distancia entre querer y poder solo está en tu mente y es del tamaño de tus miedos”.

Marta ha superado una mala etapa aprovechando aquello que la hacía feliz y es precisamente esta pasión la que le ha llevado a un punto de su vida que es completamente pleno para ella. Es un ejemplo a seguir, no solo por su éxito personal (que sin lugar a dudas no se mide en followers sino en su realización personal) sino por su humildad, su creatividad, su honestidad y su generosidad por compartir con todos nosotros aquella noche un trocito de Marta.

Con delicious Martha aprendí que los lunes con pasta eran delicious Mondays pero con Marta Sanahuja aprendí que lo verdaderamente delicious son las cenas con ella.

Gracias por tanto,